Hay una frase muy acertada que define el internet como el árbol del bien y el mal. Y en la sociedad actual esta herramienta se ha hecho casi que indispensable para nuestras vidas. En todos los ámbitos recurrimos al Internet, para estudiar, trabajar, divertirnos, en fin, podríamos decir que es una maravilla. Y bajo esa premisa ha invadido y permeado nuestra existencia, nuestra intimidad y nuestras emociones.
En este sentido, este fenómeno ha derivado en una especie de adicción hacia los dispositivos electrónicos en adultos, jóvenes y niños. Y se ha normalizado este comportamiento al punto de que la población infantil, la más vulnerable, ha quedado indefensa. A merced de información y prácticas aberrantes que lo inducen al Sexting (la acción de enviar o recibir imágenes, fotografías o videos de contenido sexual a través del móvil, redes sociales o cualquier otro medio electrónico), las apuestas online, la falta de privacidad, el Ciberbullying, o el consumo de pornografía y contenido híper violento. De igual manera, estas amenazas han llevado a los más pequeños inclusive a ser protagonistas de la explotación sexual a través de videos con prácticas e imágenes pornográficas, así como también ser carnada o presa fácil para el abuso o violación sexual.
Una amenaza mortal
Es así como en los últimos días nuestra sociedad se ha visto nuevamente estremecida ante la muerte de una joven venezolana de 14 años en Caracas producto del último reto macabro difundido por las redes denominado “Blackout Challenge”. Este consiste en colocar algún objeto alrededor del cuello para dejar de respirar por unos minutos. Una vez que se bloquea la respiración, el objetivo es grabarse cuando se pierde el conocimiento.
Sin embargo, este no es primer “juego” de este estilo que cobra vidas inocentes. Hace poco tiempo los retos de “La Ballena Azul” y “Momo” lograron un gran auge en el país y el mundo, Ambos desafíos llamaron la atención de los niños, niñas y adolescentes, acabando con sus vidas en varias oportunidades.
¿Cómo llegan los niños a caer en estos retos?
En este punto es sumamente importante preguntarnos ¿Cuál es la motivación que lleva a nuestros chamos a la práctica de estas competencias malignas? Indudablemente son muchísimas las razones que pudiésemos enumerar. En primer lugar está el nivel de madurez afectiva, que significa la adaptación a un medio social, a la empatía y la templanza. En esta misma línea, la empatía es importante en la relación con los demás para comprenderlos, ser más sensible a las necesidades ajenas y para crear vínculos más fuertes.
Dentro de esta premisa, es indudable que la población objeto de este análisis se convierte en presa fácil de estas cadenas de distorsión y explotación emocional, al no poseer la madurez requerida para discernir apropiadamente ante estos desafíos. Sin embargo, según el portal concepto.de.com, en su apartado de Madurez, no debemos dejar de lado que si hablamos de la “formación de la personalidad, la influencia que tienen los padres y el ambiente en el que un niño crece, es determinante. Si crece en un ambiente lleno de cariño y aceptación, aprenderá a ser tolerante con los demás. Si ve en sus referentes voluntades fuertes y buen temple, quizás absorba del ejemplo esas cualidades o las vea deseables y luche por alcanzarlas”. En consecuencia, desarrollará una mejor actitud ante la vida, para enfrentar con pertinencia el bombardeo de los medios y la incitación a participar en estas actividades indeseables.
Papás y adultos responsables: piezas claves en la protección de los niños
Por otro lado, es fundamental la cercanía de los padres o de los adultos responsables de la crianza y formación de los hijos, con estos últimos. Escucharlos, abrazarlos, bajarse a su nivel, a sus demandas de afecto, de atención, responder a sus inquietudes, atender sus miedos, comprender sus derrotas, sin rechazo, con aceptación, sin exclusión a pesar de los errores. Todo esto crea un cerco protector y un arma poderosa llamada autoestima, la cual debe estar además impregnada de auténticos valores morales y éticos, donde el ejemplo de los mayores debe ser coherente con lo que se enseña o predica.
Igualmente, un elemento de vital importancia es la fe que se ha sembrado o promovido desde la temprana edad, la invitación a creer en una Deidad, en un Ser Supremo que nos ama por encima de toda miseria humana, que nos acompaña y protege, pero que además nos señala el camino correcto a través de su Palabra, hermosamente plasmada en las Sagradas Escrituras. Es crucial la consciencia de que también tienen en la Santa Iglesia una madre que abre sus puertas para que crezcan y maduren en la fe, a través de los sacramentos. Una madre que quiere su bien y por eso inculca el santo temor de Dios, que permite el poder apartarse y decir un no rotundo a toda ocasión que atente contra el cuerpo, templo del Espíritu Santo, y así alejarse de toda ocasión de pecado que ofenda a La Santísima Trinidad.
Aquí juega un papel preponderante todo el estamento social, sabiendo que todos somos corresponsables de la formación de ciudadanos aptos y con un desarrollo bio-sico-social adecuado. Pero indudablemente el rol de los padres es determinante para lograr este cometido. Y aquí es oportuno recordar la cita del evangelio según san Mateo, “porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón” (6, 21).
Papá, mamá, El Señor ha colocado un tesoro inestimable en sus manos, ese tesoro son sus hijos. No se cansen, por muchas que sean las tareas que desarrollen en pro de la manutención de la familia. Busquen tiempo de calidad, dialoguen, siempre habrá tiempo para cuidar ese tesoro. Y recuerden que, como dice San Juan de la Cruz, “al final de la vida seremos examinados en el amor”.
Lic. Maygualida Maldonado
Excelente reflexión,y que todos los que tengan oportunidad de leerlo, lo reflexione y lo ponga en práctica…