Pbro. Ender Moissant
La liturgia de la Palabra de este Domingo XII del Tiempo Ordinario nos hace una fuerte invitación a confiar en el Señor, muy a pesar de las dificultades y de aquellas cosas a las que no le encontramos explicación.
De entrada caigamos en cuenta de esta realidad: todos pasamos dificultades, y todos hemos experimentado situaciones duras y dolorosas que “nos mueven el terreno” y nos hacen formularnos interrogantes como ¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué esta Pandemia? ¿por qué nos toca vivir esta situación en Venezuela?…. ¿Por qué este problema? Nadie de escapa de esto. De modo que esta Palabra es para todos: abre tu corazón.
La primera lectura nos habla de la tormenta, signo del poder del mal, de las fuerzas de la naturaleza que cuando se desatan parece que nadie la puede controlar. Job es un personaje que no entiende el porqué de tantas cosas negativas que le han sucedido. Él vivió una gran tormenta de problemas y pérdidas… En medio de la tormenta Dios le muestra que Él está por encima de todo; Él ha puesto límites a las fuerzas de la naturaleza y a la misma condición humana. Job sigue sin entender por qué le suceden tantas calamidades, pero esa Palabra le invita al Asombro y la Confianza. Asombro por lo que la misma Palabra enuncia y confianza al saberse en manos de aquel que es más poderoso que las fuerzas de la Naturaleza. En medio de la tormenta, de nuestras tormentas hay que tener asombro por la Palabra y confianza.
En el Evangelio vemos cómo Jesús, después de hablar a la gente sobre el Reino en Parábolas, navega por el mar de galilea y sus discípulos van con él. También van otras barcas, pero todo se centra en la Barca donde está el Maestro. Y se desata una fuerte tormenta que les roba la tranquilidad, se desesperan y despiertan a Jesús que está durmiendo tranquilo. Es decir, los discípulos claman al Señor; lo despiertan exponiéndoles su angustia. Jesús muestra su poder, haciendo lo que dice: da una orden para que se calme el viento y el mar, y se calman. Su Palabra es eficaz; es decir, todo lo que dice lo hace.
En este Pasaje de San Marcos la tormenta pasa por la orden que da Jesús, pero hay otro detalle: Él está presente, y por eso sus discípulos pueden llamarlo. Luego les Interpela: “estoy con Uds… ¿Y todavía no tienen fe?”, lo cual es también un llamado de atención a confiar en su presencia. Hermanos a Jesucristo hay que buscarlo donde está, no por los rincones: Y sabemos que él está presente en la Eucaristía, en el Sagrario y en la Palabra. Saber que está presente y buscarlo allí, donde se encuentra. Él es único que puede darnos Paz verdadera en medio de las tormentas. Buscarlo es también “vivir para Cristo”, siguiendo sus pasos, estar a su servicio, tenerle como centro… lo demás vendrá por añadidura.
Para finalizar, y no menos importante oremos a San José, pidiendo por todos los Padres hoy en su día:
San José, padre adoptivo de Jesús,
Custodio de la Sagrada Familia,
Hoy frente a tu imagen queremos pedirte
que intercedas por todos los padres del mundo.
Que eduquen a sus hijos en el amor de Dios como tú lo hiciste,
que les enseñen a escuchar Tu Palabra y a vivir según tu voluntad.
Que junto a sus esposas les brinden un hogar
donde el amor y el respeto sean el pan
de cada día como en la Sagrada Familia.
Que nunca les falte la salud y el trabajo digno
para llevar el sustento necesario a sus casas.
Que sepan disfrutar de los momentos de alegría y tristeza.
Y que al final del recorrido en esta vida
se vean acompañados por el amor de los suyos. Amén
¡Dios les Bendiga!