Homilía del Excmo. Mons. Alfredo Torres en la Eucaristía por el 3° Aniversario del fallecimiento del Excmo. Mons. Vïctor Manuel Pérez Rojas. Santa Iglesia Catedral de San Fernando, 12 de Noviembre de 2022.
En estos días hemos recordado, en fervorosa oración, a todos nuestros seres queridos difuntos que se nos han anticipado al encuentro con el Señor en la Gloria. Y entre ellos, hoy nos reúne la memoria del Excmo. Mons. Víctor Manuel Pérez Rojas, nuestro antecesor en esta viña del Señor, al conmemorar los tres años de su entrada definitiva en la casa del Padre.
Sus antiguas ovejas hoy lo recuerdan con cariño y dibujaran ligeras pinceladas, haciendo memoria de sus anécdotas y episodios, de un pastor que llegó lleno de vitalidad y entusiasmo, y luego se desgastó en el ir y venir en la vasta Diócesis que le correspondió regir. Por cierto, el mejor regalo que nos dejó fue el haber propiciado la oportuna división de la Diócesis, en dos que hoy la conforman, para la mejor atención de los fieles. El Señor haya tenido en cuenta toda su bondad, y lo haya premiado con la corona de la Gloria, así como lo hace con todos los que le sirven con esmero. Precisamente San Pablo nos anima en su Carta a los Romanos: considero que los trabajos de ahora, no pesan lo que la Gloria que un día se nos descubrirá, y que nuestro anterior Obispo ha ya pasado a vivir en plenitud.
Que mejor, hoy que elevar el Cáliz de la Salvación e invocar su alabanza, levantando nuestra alma para proclamar el destino eterno, porque los que en ti esperan nunca quedaran defraudados.
Se ha cumplido en él, lo dicho por el Señor: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere da mucho fruto”. Hermano, gozando del premio de los justos, bendícenos también a nosotros, a toda esta Diócesis que registe con suave mano de padre y pastor, para que sigamos animosos y esperanzados en las luchas y fatigas que hoy llevamos adelante para hacer crecer esta mies del Señor, con siembra abundante de nobles iniciativas y cuyos frutos tal vez no veamos, pero que se siembran con esperanza, porque quien sirve al Señor, el Padre lo premiará.
Descanse en Paz, Monseñor Víctor Manuel Pérez Rojas.