Este Domingo la Sagrada Escritura nos invita a colocar nuestra mirada en dos actitudes del creyente como lo son la generosidad y el desprendimiento, en un mundo necesitado de caridad ambos son signos visibles de la providencia de Dios que inclina su oído a nuestro clamor como nos lo presenta la antífona de entrada.
Dar y Darse van de la mano, pero pudiéramos preguntarnos ¿qué relación existe entre ambas? La viudez es signo de una automática y lenta condena a muerte para la sociedad judía y es allí donde se desarrollan tanto la primera lectura como el Evangelio, Dios no nos pide que demos grandes cosas, nos pide que en eso que ofrecemos también podamos darnos a nosotros mismos.
Si la limosna, la ofrenda, el diezmo, el servicio no va de la mano de una sincera ofrenda de corazón podemos correr el riesgo de caer en un simple ofrecer algo para alguien y no en un ofrecerme para el otro, la viuda de la primera lectura es consciente que después de darle el pan al profeta morirá ella y su hijo pero coloca su confianza en el Señor más que en lo que aparentemente puede darse por certero; la del evangelio ha dado toda su fortuna, todo lo que tenía para vivir, son desprendidas y generosas porque una ve en el profeta el rostro del Señor que es capaz de trasformar su realidad de muerte proveyéndole como recompensa más de lo que ha dado, solo porque lo ha dado de corazón, sin escatimar nada para si o para los suyos y la otra porque da lo que tiene y no lo que le sobra.
El desprendimiento nace de la confianza en Dios y en el reconocimiento del prójimo, en nuestra sociedad de hoy es un autentico reto poner en el centro al otro, se nos presenta el auto bienestar como clave del amor propio haciendo de este una mera experiencia de egocentrismo y yoísmo, muy alejado de la propuesta de amor de la que nos habla la segunda lectura donde Cristo se ofrece en su totalidad, pensamos primero en nosotros y muchas veces nos indisponemos ante el hecho de dar de lo nuestro para los demás pensando que lo que tenemos es fruto de nuestros propios méritos y no de la misericordia de Dios.
Muchas veces nuestra oración va cargada mas de lo que nos falta y de lo que aparentemente nos sobra pero no de lo que realmente somos, pedimos y pedimos al Señor, ¿Pero que le damos? ¿Y cómo lo damos?
Que en este domingo el Señor nos conceda la gracia de vivir generosamente y con alegría el don de ser desprendidos para que despojados hasta de nosotros mismos no busquemos nuestros propios intereses, ni tampoco los sitiales preferenciales al contrario seamos los primeros en darnos al hermano pues reconocemos en ellos el rostro de Cristo que me ofrece todo su ser pero que también espera de mi todo lo que tengo para vivir.
Pbro. Randall Leonardo Pinto Bermúdez.
Administrador Parroquial de la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Guachara.
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