«El encuentro con Cristo debe hacernos manifestar la fe». Comentario Bíblico. Domingo XXIII, Tiempo Ordinario/B.

Hoy el profeta Isaías nos dirá: «Digan a los cobardes: Sean fuertes, no teman…viene en persona, los recompensará y los salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como ciervo el tullido, la lengua del mudo cantará…»

El profeta proclama la actuación personal de Dios después del exilio Jerusalén, quien  tendrá  una gran prosperidad;  llama al pueblo a confiar su  Dios, porque viene una gran bonanza, y un crecimiento espiritual, e invita andar por las sendas del Señor. Cuando Dios permite ciertos acontecimientos es nuestras vidas, los cuales se tornan fuertes provocando dolor y tormentos, es tiempo de confiar en el Señor, no desesperarnos. Él mismo se manifestara luego y traerá la paz y nuevos beneficios… viene en persona, nos recompensará y nos salvará, nos curara, y restablecerá en cada uno su presencia para que tenga vida en medio de su pueblo.

Las manifestaciones del Padre, y del Hijo en la vida de los hombres es para traer la felicidad. En el camino de aquellas diez ciudades paganas esa manifestación se da en un sordo, y tartamudo y en muchos otros que se van encontrando con el Señor a quien le importa la salvación de todos. Sin prejuicios de quedar contaminado Jesús, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá»:  «ábrete» y la gracia divina se abrió para curar, para sanar, para transformar y restablecer la felicidad que solo Dios sabe dar.

El cielo es la morada de Dios, es signo de lo divino que viene para que se abran los oídos, para que se suelte la lengua, para que se abran los ojos de los ciegos, para que los paralíticos caminen, para manifestar el Reino de Dios que viene a vencer el mal que esclaviza a la humanidad como presencia del maligno. Cuando se nos abren los ojos es para ver con claridad las maravillas de Dios, cuando Dios nos abre los oídos es para escuchar su voz, profundizarla, meditarla y ponerla en práctica, cuando Dios nos abre la boca es para proclamar su grandeza y enseñar a los hombres lo que hace Dios en nuestras vidas. El encuentro con Cristo debe hacernos manifestar la fe en lo que ahora creemos, sabiendo que la manifestación de Dios por medio de su Hijos, es darle la salvación a todos los hombres, sin distinción alguna.

Pbro. Eliomar Enrique Valera García

Vicario de Pastoral y Párroco de la Parroquia Cristo Rey

geleomarv79@gmail.com

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