Diácono Permanente Juan Flores
La celebración del Viernes de Concilio anuncia el cierre de la cuaresma con la meditación de los 7 dolores de la virgen María. Este día se dedica a la contemplación de la figura de María en el Triduo Pascual, período que transcurre del jueves al Domingo de Resurrección. El llamado Viernes de Concilio (previo al Domingo de Ramos).
Esta sagrada liturgia del Viernes de Concilio es la preparación para vivir la Semana Santa, tras el inicio del Tiempo de Cuaresma con el Miércoles de Ceniza. Es una celebración mariana nacida en Europa y traída a América con la evangelización de 1532. Esta devoción pertenece a la piedad popular que se ha transmitido por generaciones.
Previo a las reformas litúrgicas hechas por el Concilio Vaticano II (1963), la Iglesia dedicaba el viernes anterior a la celebración de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, con el Domingo de Ramos, a la festividad de Nuestra Señora de los Dolores, de allí que en el colectivo ha quedado la costumbre de llamarla viernes de Dolores. La celebración de esta advocación mariana pasó al 15 de septiembre, un día después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Este Viernes se marca el inicio a la Semana Santa; para comprender esto es importante saber el origen de esta y por qué su fecha cambia cada año, Esta es el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera (primer plenilunio ocurrido después del equinoccio de Primavera), ha sido determinado como «Domingo de Resurrección», estableciéndose la «Semana Santa» como la fecha propicia para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús; ya que según lo han referido muchos historiadores, Jesús fué crucificado y resucitó en situación similar a dicha fecha estacional terrestre, solar y lunar.
Esta es una ocasión importante para seguir profundizando nuestras tradiciones, ¡tradiciones que deben conducirnos a una realidad mayor!, no es la imagen propiamente lo que representa, sino el acontecimiento de la muerte de Jesús que reviste un carácter redentor, porque la muerte de Jesús significó el fin del pecado y el inicio de una nueva vida de redención para los cristianos.
De tal modo que nosotros desde nuestra fe, estamos llamados a vivir este día en la meditación sobre los sufrimientos de Nuestra Señora de los Dolores, y conciliar con el sacramento de la Eucaristía la preparación a la entrada triunfal de Jesús de Nazaret y el Triduo Pascual de su pasión, muerte y resurrección.