Cercana la solemnidad de la Epifanía, compartimos con ustedes un artículo de Amadeo Lomonaco (Vatican News) para recordar algunas reflexiones de los Papas sobre los Reyes Magos, que vinieron de Oriente a Belén, siguiendo la estrella, para visitar al Niño Jesús.
Las palabras de los Papas sobre los Reyes Magos se entrelazan con los días vividos en Belén por la Sagrada Familia. En el Evangelio según Mateo leemos estas palabras: » Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.
En las raíces de la fe
Cuando vieron la estrella, leemos en el Evangelio según Mateo, los Magos » se llenaron de alegría». Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se postraron y lo adoraron». El Papa León XIII, en su carta encíclica Catholicae Ecclesiae de 1890, subraya que estos sabios son «llamados los primeros frutos de nuestra vocación y de nuestra fe». El Papa Pío X, en su discurso del 23 de diciembre de 1903 para la presentación de las felicitaciones navideñas de la Curia Romana, describe la escena de la Natividad y, refiriéndose a la llegada de los Reyes Magos, afirma que «la cabaña de Belén es una escuela».
“Encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. (Del Evangelio según Mateo)”
De camino a Belén
Los Reyes Magos llegan a Belén guiados por la estrella. En su mensaje radiofónico del 6 de enero de 1957, el Papa Pío XII exhortó a dirigir la mirada al Niño Jesús, que, «como llamó a los Magos de Oriente, sigue invitando a los hombres de todas razas a la plenitud de la felicidad mediante el conocimiento de la verdad y el amor al bien». El Papa Juan XXIII, en su discurso del 18 de diciembre de 1958, dirigió su pensamiento «a las augustas personas en camino» hacia Belén: «a Jesús, encerrado en el seno inmaculado de María; a la Virgen, expuesta a todas las penalidades, por el deber de la obediencia a Dios y a los hombres; a José, que está con Ella, el humilde y silencioso esposo, fiel y fuerte». «Los Pastores y los Reyes Magos -añade el Papa Roncalli- también se preparan para su viaje, que los llevará a la adoración en la gruta».
“Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre. (del Evangelio según Mateo)”
El camino de los Reyes Magos lleva a Dios
La presencia de los Magos en Belén introduce la dimensión misionera de la Iglesia: la venida de Cristo, dice el Papa Pablo VI en el Ángelus del 6 de enero de 1977, «es para todos, es universal en su intención de salvación; es, por tanto, apostólica, es misionera; los Magos son considerados como los primeros representantes de los pueblos lejanos, que también son llamados a la fe». En la solemnidad de la Epifanía, la Iglesia sigue los pasos de los tres Reyes Magos y recuerda las etapas de su viaje. “Su camino -explicó Juan Pablo II durante la misa del 6 de enero de 1985- no conduce a Jerusalén o a Belén, sino a Dios, a ese Dios que es invisible, aunque se revela a través de lo visible. Los tres Reyes Magos fueron llamados a ser testigos de esto, que en la revelación de lo invisible es el culmen y el límite: Dios se reveló como hombre, se hizo hombre».
Peregrinación interior
Durante la vigilia con los jóvenes el 20 de agosto de 2005 en Colonia, en la explanada de Marienfeld, el Papa emérito Benedicto XVI describe la escena de la llegada de los Reyes Magos a Belén. «Seguramente habían imaginado a este Rey recién nacido de una manera diferente». El nuevo Rey, ante el que se postraron en adoración -explica Benedicto XVI-, era muy diferente de lo que esperaban. Así que tuvieron que aprender que Dios es diferente a como nos lo solemos imaginar». El Dios buscado y adorado por los Magos «nos invita a esa peregrinación interior que se llama adoración».
“No fijemos nuestra mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles, porque las visibles son momentáneas, pero las invisibles son eternas (2 Cor 4,18)”
Ver más allá del velo de lo visible
Los Reyes Magos que llegaron a Belén vieron a un pobre niño con su madre. Pero fueron capaces de trascender esa humilde escena al «reconocer en ese Niño la presencia de un soberano». Es decir, pudieron «ver», explica el Papa Francisco durante la Santa Misa del 6 de enero de 2021, más allá de la apariencia. «Como los magos, también nosotros debemos dejarnos instruir por el camino de la vida, marcado por las inevitables dificultades del viaje. No permitamos que los cansancios, las caídas y los fracasos nos empujen hacia el desaliento. Por el contrario, reconociéndolos con humildad, nos deben servir para avanzar hacia el Señor Jesús».
Papa Francisco: «El Señor esta en lo humilde» (06/01/2021)
«Para adorar al Señor es necesario “ver” más allá del velo de lo visible, que frecuentemente se revela engañoso. Herodes y los notables de Jerusalén representan la mundanidad, perennemente esclava de la apariencia. Ven pero no saben mirar ―no digo que no crean, sería demasiado― pero no saben mirar porque su capacidad es esclava de la apariencia y en busca de entretenimiento. La mundanidad sólo da valor a las cosas sensacionales, a las cosas que llaman la atención de la masa. En cambio, en los magos vemos una actitud distinta, que podríamos definir como realismo teologal ―una palabra demasiado “alta”, pero podemos decir así, un realismo teologal―. Este percibe con objetividad la realidad de las cosas, llegando finalmente a la comprensión de que Dios se aparta de cualquier ostentación. El Señor está en la humildad, el Señor es como aquel niño humilde, que huye de la ostentación, que es el resultado de la mundanidad. Este modo de “ver” que trasciende lo visible, hace que nosotros adoremos al Señor, a menudo escondido en las situaciones sencillas, en las personas humildes y marginales. Se trata pues de una mirada que, sin dejarse deslumbrar por los fuegos artificiales del exhibicionismo, busca en cada ocasión lo que no es fugaz, busca al Señor.
Los Reyes Magos, recordó finalmente el Papa Francisco el 6 de enero de 2017, «tenían el corazón abierto al horizonte y pudieron ver lo que el cielo mostraba porque había en ellos un deseo que los impulsaba: estaban abiertos a una novedad». Y expresan «el retrato del hombre creyente, del hombre que anhela a Dios; de los que echan de menos su hogar, su patria celestial». Reflejan la imagen «de todos los hombres que en su vida no han dejado anestesiar su corazón».
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Fuente: www.vaticannews.va