Mons. Alfredo Torres: «Eucaristía, Fuente de Vida»

La Voz del Pastor.

Siguiendo el itinerario litúrgico, acabamos de celebrar la solemnidad del Corpus Christi, estos años con menguada procesión, dada la situación de pandemia, pero no con menos fervor. Nuestras comunidades han expresado lo mejor de sí, para rendir adoración al Señor presente en la Hostia Consagrada. Las comunidades parroquiales progresarán en la caridad, sólo en la medida en que son eucarísticas, porque de ahí se desprende como en un torrente inagotable la fuerza, siempre nueva de la fe verdadera que mueve montañas. No dejarán de resonar en nuestros corazones, la voz del Señor en su evangelio: “quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” Jn.6,51. Por tanto, queda una gran tarea, nunca agotada, que consiste en ofrecer siempre de manera viva una Eucaristía que alimente, vivifique y renueve nuestra vida cristiana. Yo diría siempre es “Corpus Christi!, de acuerdo a la manera como celebramos y vivenciamos, en comunidad parroquial, la Presencia Viva del Señor Resucitado. Su profundidad, no se circunscribe a una fiesta, sino que se va ahondando su inmensa riqueza, a medida que vamos celebrando la Eucaristía, cada vez con mayor devoción y fe. El concilio Plenario de Venezuela en el n.1 de los desafíos pastorales, insiste en promover una celebración viva, creativa y fructuosa de los sacramentos y por tanto de la Eucaristía. Y para que esto sea realidad,   tres elementos me indican el sendero:

El primero acudir a la celebración con mucha fe, y mucha hambre de Dios. Jamás por cumplir o por mero acto social, sino porque según mi fe, ella es el alimento indispensable para seguir adelante en mi vida cristiana. No es sólo asistir a una misa, sino a “celebrar” en mi comunidad, porque todos los que asistimos, celebramos la Eucaristía. El Sacerdote la preside, pero él celebra con todos.

En segundo lugar: preparar la Eucaristía que se va a celebrar: se prepara con la oración personal pero también participando en organizar los elementos de la celebración: preparar lecturas, moniciones, cantos, ofrendas e incluso seleccionar la plegaria que más se ajuste al momento.

Y en tercer lugar, Vivir la celebración a profundidad, orando y escuchando la Palabra, y viviendo sus momentos con intensa espiritualidad y unión con Dios en medio de la comunidad. Visto así podemos decir, vamos desarrollando lo que concilio plenario nos invita a tener unas celebraciones, vivas, creativas y fructuosas… y esta tarea lo es de todos los días, tarea en la que está involucrada toda la comunidad, con su párroco a la cabeza. Por lo tanto, sin duda alguna, “Corpus” es todos los días.

  • Mons. Alfredo Torres,
  • Obispo de San Fernando de Apure.
  • 07 de Junio de 2021

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